Reviso mis bolsillos rotos, viejos y ahuecados por el tiempo…
y recuerdo que alguna vez en ellos
decidí guardar un poco de esperanza,
y a la esperanza decidí añadirle risa
y a la risa sueño
y al sueño mis ojos cansados del invierno,
a mis ojos brillo
y al brillo unas lágrimas para limpiar mi alma
¡Como deje que se escaparan ellos!
Tenía la costumbre de meter mis manos rebusconas
en la pandora de tesoros quietos
y de allí sacaba almíbar envuelto con dulzura
y mermelaba mis dedos cubiertos de esa miel,
aquellos digitales que en tantas pieles han dejado huellas,
pequeños pajaritos que vuelan juguetones con el viento,
y con sus travesuras vuelan al infinito
acariciando anhelos.
Miro en retrospectivo a través de las sombras
y veo esparcidas en mis cielos estrellas
mojadas por las lluvias de torrenciales ecos,
luciérnagas que en vida agonizan silentes,
y a veces resucitan y encienden los senderos,
en otras es el ocaso que se abre en siluetas,
y cae como gota encerrando misterios.
Enigmas de la noche… pensamientos etéreos,
me voy por los caminos con oídos atentos,
escuchando mis pasos y el quejido del viento,
y el presente que pasa y sigue haciendo eco.
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